La principal agencia de inteligencia de China emitió el mes pasado una ominosa advertencia sobre una amenaza creciente para la seguridad nacional del país: los chinos que critican la economía.
En una serie de publicaciones en su cuenta oficial de WeChat, el Ministerio de Seguridad del Estado pidió a los ciudadanos que comprendieran la visión económica del presidente Xi Jinping y no se dejaran influir por quienes buscan “denigrar la economía de China” mediante “falsas narrativas”. Las autoridades del ministerio dijeron que, para combatir ese riesgo, los organismos de seguridad se centrarán en “reforzar la propaganda económica y la orientación de la opinión pública”.
China intensifica su represión mientras lucha por recuperar el dinamismo y el rápido crecimiento económico del pasado. Pekín ha censurado y ha tratado de intimidar a economistas prestigiosos, analistas financieros, bancos de inversión y personas influyentes en las redes sociales por sus valoraciones críticas de la economía y las políticas del gobierno. Además, se están suprimiendo los artículos periodísticos sobre personas que pasan apuros económicos o sobre el bajo nivel de vida de los trabajadores inmigrantes.
China ha seguido dando unas perspectivas positivas para la economía, señalando que el año pasado superó su previsión de crecimiento económico del 5 por ciento sin recurrir a medidas de estímulo arriesgadas y costosas. Sin embargo, más allá de las cifras, su industria financiera batalla por contener enormes cantidades de deuda de los gobiernos locales, su mercado bursátil se tambalea y su sector inmobiliario está en crisis. El lunes se ordenó la liquidación de China Evergrande, una promotora inmobiliaria ambiciosa que estaba acuciada por una deuda de más de 300.000 millones de dólares.
El alcance de la nueva campaña de información es mayor que el de la labor habitual de los censores gubernamentales, quienes siempre han vigilado de cerca las conversaciones sobre economía en internet. Ahora sus esfuerzos se extienden a los comentarios económicos generales que se permitían en el pasado. La implicación de las agencias de seguridad también evidencia cómo los intereses empresariales y económicos entran en la visión cada vez más grande de Xi acerca de lo que constituye una amenaza para la seguridad nacional.
En noviembre, el Ministerio de Seguridad del Estado, autodenominándose como “firmes guardianes de la seguridad financiera”, afirmó que otros países utilizaban las finanzas como arma en los juegos geopolíticos.
“Algunas personas con segundas intenciones intentan crear problemas y sacar provecho del caos”, escribió el ministerio. “No se trata solo del ‘mercado del oso’ y ‘los vendedores en corto’. Estos agoreros del mercado intentan sacudir la confianza inversora de la comunidad internacional en China y desencadenar una agitación financiera interna en nuestro país”.
En el último año, China ha fijado su atención en las empresas consultoras y asesoras con vínculos en el extranjero mediante redadas, detenciones y arrestos. Estas empresas, que ayudaban a las compañías a evaluar las inversiones en el país, se han convertido en un daño colateral en la campaña de Xi para reforzar la seguridad nacional. Estos esfuerzos por frenar el flujo de información, restringir la publicación de datos económicos desfavorables y limitar el discurso financiero crítico solo parecen aumentar la preocupación de los inversores y las empresas extranjeras sobre el estado real de la economía china.
“En mi opinión, cuanto más suprime el gobierno la información negativa sobre la economía, menos confianza tiene la gente en la situación económica real”, dijo Xiao Qiang, investigador científico de la Escuela de Información de la Universidad de California en Berkeley.
Las nuevas inversiones extranjeras en China cayeron un 8 por ciento en 2023, su nivel más bajo en tres años. El índice chino CSI 300, que sigue a las mayores empresas cotizadas en Shanghái y Shenzhen, cayó un 12 por ciento el año pasado, frente a una subida del 24 por ciento del S&P 500. El índice chino ha bajado otro 5 por ciento este año, hasta mínimos de casi cinco años.
El primer ministro Li Qiang pidió el lunes medidas más eficaces para estabilizar el mercado bursátil, en un contexto de informaciones sobre un posible paquete de rescate del mercado de valores.
Xiao, el investigador académico, dijo que en la segunda mitad de 2023 empezó a notar que los censores chinos retiraban con más rapidez muchos artículos de noticias financieras. Entre ellos: un artículo de diciembre en el sitio de noticias financieras Yicai que citaba una investigación según la cual 964 millones de chinos ganaban menos de 280 dólares mensuales.
Este mes, también se retiró de internet un documental de NetEase News sobre trabajadores inmigrantes que soportaban un nivel de vida extremadamente bajo. Los resultados de la búsqueda del documental titulado Working Like This for 30 Years, también se restringieron en Weibo, un sitio de redes sociales similar a X.
Desde junio, Weibo ha restringido que decenas de cuentas publiquen después de que, según dijo, “publicaran comentarios que hablaban mal de la economía” o “distorsionaran” o “desprestigiaran” las políticas económica, financiera e inmobiliaria de China.
En noviembre, Weibo advirtió a los usuarios que no fueran “maliciosamente pesimistas” sobre la economía ni difundieran sentimientos negativos. El mes pasado, la empresa dijo que esperaba que los usuarios ayudaran a “incrementar la confianza” en el desarrollo de la economía.
Otros servicios de redes sociales también están tomando medidas para censurar el discurso negativo sobre la economía. Douyin, la versión china de TikTok, tiene normas específicas que prohíben la “malinterpretación maliciosa de las políticas relacionadas con el sector inmobiliario”.
A Liu Jipeng, decano de la Universidad China de Ciencias Políticas y Derecho de Pekín, se le prohibió publicar o añadir nuevos seguidores en Douyin y Weibo el mes pasado, después de que dijera en una entrevista que no era el momento adecuado para invertir dinero en acciones. También escribió en Weibo, donde tiene más de 500.000 seguidores, que a la gente le resultaba difícil invertir con seguridad porque había muchas instituciones poco éticas. Su cuenta de Douyin, en la que tiene más de 700.000 seguidores, tiene un aviso que dice que el usuario “tiene prohibido ser seguido debido a una violación de las normas de la comunidad”.
Los bancos y las sociedades de valores también están sometidos a un intenso escrutinio por el contenido de sus estudios económicos. En junio, la Oficina Reguladora de Valores de Shenzhen advirtió a China Merchants Securities, una agencia de valores con sede en Shenzhen, sobre un informe “elaborado descuidadamente” un año antes, en el que se advertía que las acciones nacionales seguirían bajo presión debido a la economía.
En julio, Goldman Sachs provocó una venta masiva de acciones bancarias chinas después de que uno de sus informes de investigación calificara con la etiqueta de “venta” a tres grandes prestamistas y advirtiera que los bancos podrían tener dificultades para mantener los dividendos por las pérdidas derivadas de la deuda de los gobiernos locales. Securities Times, un periódico financiero estatal, contratacó diciendo que el informe se basaba en una “interpretación errónea de los hechos” y que “no es aconsejable malinterpretar los fundamentos de los bancos chinos”.
Un economista de una sociedad de valores extranjera dijo que un funcionario del gobierno chino le había pedido recientemente que fuera “más reflexivo” al redactar informes de investigación, especialmente si el contenido podía interpretarse de manera negativa. El economista pidió no ser identificado por temor a represalias.
Incluso un comentario que antes era aceptable se ha vuelto problemático a la luz de los actuales retos económicos de China.
En una entrevista de 2012, un año antes de que Xi asumiera el poder, Wu Jinglian, un famoso economista chino, advirtió que el país se encontraba en un punto de inflexión. Afirmó que China podía avanzar con una economía de mercado regida por la ley, o podía dejarse influir por quienes buscaban una agenda alternativa de fuerte implicación gubernamental.
Wu dijo en la entrevista que los problemas sociales de China “son fundamentalmente el resultado de unas reformas económicas incompletas, un grave retraso en las reformas políticas y una intensificación del poder administrativo para reprimir e interferir en las actividades económicas privadas legítimas”.
La entrevista se volvió a publicar el año pasado con motivo del 45 aniversario de la apertura de la economía china. Fue ampliamente compartida y es considerada como un reproche a la política económica de Xi —que ha impulsado un mayor control estatal a expensas de las reformas del mercado— antes de que fuera retirada de WeChat.
Pero la campaña de presión se ha intensificado tanto que está convirtiendo en críticos a quienes suelen defender las políticas de Pekín. Hu Xijin, influyente comentarista y exredactor jefe de Global Times, periódico del Partido Comunista, escribió en Weibo que la labor de las personas influyentes era “ayudar constructivamente” al gobierno a identificar los problemas, “en vez de encubrirlos activamente y crear una opinión pública que no es real”.
Daisuke Wakabayashi es corresponsal de negocios en Asia para el Times, con sede en Seúl. @daiwaka
Claire Fu cubre noticias en China continental para The New York Times en Seúl. @fu_claire